Cuando somos niños tendemos hacer amistad con cualquiera. Recuerdo que
cada vez que iba a la playa hacía por lo menos un amigo. Compartíamos
sándwiches, cubetas de arena, hacíamos castillos, nos enterrábamos en la arena,
recolectábamos caracoles y hasta nos contábamos nuestras vidas –lo poco que
habíamos vivido- comenzamos siendo dos extraños y tan solo en una tarde
éramos los mejores amigos.
Al crecer perdemos esa habilidad, desconfiamos de cualquier cosa, nada
nos parece seguro y somos sensible a cualquier pensamiento que esté fuera de
nuestros valores. En mi opinión tiene mucho que ver con la forma de ver
nuestras vidas y enfrentar los problemas. Una persona que sufre un desamor se
le hace muy difícil volver a confiar en aquel sentimiento, se encierran en
ellos mismos y no le dan la llave a nadie. Piensan que así están
protegidos de cualquier cosa y se mienten así mismos que jamás pasarán por otro
desamor, sin darse cuenta de que ese es el peor error de sus vidas, porque, al
no permitir el amor en sus almas esta se va oscureciendo y termina alejando a
los que en realidad desean darles amor.
No debemos
estancarnos es un solo suceso de nuestras vidas, nuestras experiencias no son
para no volver a cometer el mismo error, si no para tomar la decisión correcta
la próxima vez



1 comentarios :
Que chula tu entrada, me quedo con esta frase: No debemos estancarnos es un solo suceso de nuestras vidas, nuestras experiencias no son para no volver a cometer el mismo error, si no para tomar la decisión correcta la próxima vez
A ver sí adopto esta manera de pensar como mi filosofía de vida! Jaja
Gracias por la entrada un besito
Publicar un comentario